Si es que tan sólo pudiera hablar
fuerte y claro como el sol de verano.
Y esta cobardía estúpida que yace
profunda en estas entrañas adoloridas
por esos golpes con olor a derrota...
Si esta cobardía (repetir exhala la irreverencia de
este cerebro bruto que no encuentra ESAS palabras)
se extinguiera para siempre,
Esa gran paz que sienten los pajarillos
cuando abren sus alas para volar, para ver y
observar desde lejos ese infierno donde habían
de posarse, con millones de lanzas y garras
intentando acecharlos.
Esa gran paz que encuentra a este humano cuando
corre por al lado de ese río (contaminado, no importa)
que inunde la belleza de su ciudad: Tigre.
Esa gran paz que encuentra en los ojos de ese
pequeño ser (3 años).
Ésa y tú.
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